Este escrito es de julio de 2010, hoy en VersióRac1 hablaban de él, y es que es un personaje que me tiene fascinado. Grigori Perelman, el mayor genio vivo de las matemáticas, el hombre que resolvió, él solito, uno de los siete Problemas del Milenio (la conjetura de Poincaré) reiteró irrevocablemente su rechazo a recibir el premio de un millón de dólares otorgado por el Instituto Clay de Matemáticas por haber resuelto la 'conjetura de Poincaré'. A este enigma, que había ocupado el pensamiento de muchos aficionados y científicos desde 1904, le debe su fama en el mundo el científico.
La respuesta que ideó y dio a conocer en marzo de 2010 apareció expuesta en la página web del prestigioso organismo estadounidense fundador de los siete premios que corresponden a los llamados 'problemas del milenio'. El galardón quedará sin dueño en este caso.
Perelman explicó su postura de forma exhaustiva, aunque breve, a la agencia de información rusa Interfax: "Sabe usted, yo tenía suficientes motivos a favor y en contra. Por eso he tardado tanto a la hora de decidir" . "Para decirlo en pocas palabras, la razón principal es mi discrepancia con la comunidad matemática organizada. No me gustan sus decisiones, considero que son injustas. Creo que el matemático estadounidense Richard Hamilton ha hecho una contribución tan importante como la mía a la resolución de este problema ".
El genial matemático ruso ya rechazó, en 2006, recoger la Medalla Fields, un reconocimiento considerado el Nobel de las Matemáticas y dotado con 10.000 dólares. Aquella edición de los Fields se celebró en Madrid y los premios fueron entregados por el propio rey Juan Carlos. Perelman aseguró entonces no estar interesado ni en el galardón ni en el dinero.
Y en marzo de 2010, cuando el Instituto Clay decidió adjudicarle el premio de un millón de dólares para su éxito, que rechazó, Grigori Perelman se limitó a decir a los periodistas, a través de la puerta cerrada del su diminuto apartamento de San Petersburgo, donde vive con su madre, que "lo tiene todo y no necesita dinero", que si él era capaz de controlar el Universo porque quería un premio en metálico, y adujo también que el jurado que lo había premiado no era bastante competente. De hecho, según sus propios vecinos, dista mucho de ser cierto, ya que Perelman vive prácticamente en la miseria, de la pequeña pensión de su madre y de lo que gana dando clases particulares de matemáticas. El Premio del Milenio instituido por la Fundación Clay se convirtió, de esta manera, en el segundo galardón a la resolución de la conjetura de Poincaré que rechaza Perelman.
Fue en el año 2000 cuando la prestigiosa institución norteamericana decidió premiar con un millón de dólares a quienes consiguieran resolver los siete grandes problemas matemáticos a los que se enfrentan los científicos. Y premiar con un millón de dólares cada uno. De los siete, sólo uno, la conjetura de Poincaré, ha sido resuelto. Y el hombre que lo ha conseguido ha sidoPerelman.
Perelman estuvo cuatro meses en Estados Unidos donde aprendió inglés y una Universidad le ofreció dar clase de matemáticas. Él, puso dos condiciones: no presentar ningún curriculum y ser profesor no numerario, sino de pleno derecho. De soberbia y confianza en sí mismo va sobrado, y se volvió a San Petesburgo.
Mientras, Perelman, que asegura haberse retirado de las matemáticas para no convertirse en un "mono de feria", estaría, según David, uno de sus mejores amigos, trabajando duramente en otro desafío, la demostración matemática de la existencia de Dios. "Somos amigos desde niños-asegura David a Pravda-y él es un hombre profundamente ascético y espiritual. Su apartamento está profusamente decorado con iconos. Él lleva barba y grandes crucifijos, y tiene siempre un rosario en el bolsillo. Reza cada noche y está convencido de haber logrado probar la existencia de Dios "Si realmente ha hecho tal cosa, y la publica en internet (como hizo con la conjetura de Poincaré, una cuestión que llevaba 109 años abierta), habrá que ir pensando en nuevos premios para este asceta huraño y de mente privilegiada. Quién sabe, quizás si esto sucede empiece a dejarse ver y abandone de una vez su retiro y su silencio.
Cualquiera que haya leído la vida del matemático húngaro Paul Erdös, "el hombre que sólo amaba los números" entenderá la postura y manera de ver la vida de Grigori Perelman. Los matemáticos geniales, obsesivos como ellos, son una raza aparte. Decía Erdos que cuando un matemático no tenía suficiente imaginación siempre se podía dedicar a escribir poesía o jugar al ajedrez, considerando que el matemático tenía el máximo estado de conciencia de la capacidad de imaginar y crear de una persona mediante los números.

Vale la pena leer el libro sobre la vida de Paul Erdos, es muy ameno.