Iban a por ellos. El 20 de septiembre de 1977, hace cuarenta años, alguien dejó en la conserjería del inmueble de la calle Tallers, 77, de Barcelona, ​​un paquete dirigido al semanario El Papus, que tenía allí su sede. Aquel día había reunión de redacción, donde se reunían nombres brillantes de la profesión: Xavier de Echarri, el director, Antonio Franco, Joan de Sagarra, dibujantes como Carlos Giménez, Oscar Nebreda, Jordi Amorós (Ja)...

El azar hizo que el conserje, Juan Peñalver, se entretuviera unos momentos antes de subir a redacción. Esta circunstancia quizá salvó la vida de los redactores, pero fue fatal por el conserje Juan Peñalver. Cuando subía las escaleras para entregar el paquete, se produjo una potente deflagración que destrozó su cuerpo y dejó dieciséis personas heridas. Este lunes, a las siete de la tarde, el teniente de alcalde Gerardo Pisarello, presidirá la inauguración de una placa de recuerdo a las víctimas. El próximo miércoles, se hará un acto en el Colegio de Periodistas, con presencia de algunos antiguos colaboradores de la revista.

Hay un hilo que conduce de El Papus a Charlie-Hebdo, otro caso de revista atacada por grupos terroristas intolerantes, en este caso yihadistas. En El Papus, además, algunos de sus dibujantes estaban influidos por la obra de una de las víctimas del atentado de París, Wolinsky.

Víctimas de segunda

Como otros atentados cometidos por la extrema derecha, las víctimas probaron uno de los precios de los pactos de la transición, el agravio cruel que sufrieron los muertos y heridos por los ataques de la extrema derecha. Una de las personas que sobrevivieron ese día, Rosa Lores, convive con aquel recuerdo y lo cuenta a Nació Digital: "Tenía 22 años, trabajaba de recepcionista y telefonista en El Papus. Estaba hablando con el señor del quiosco de la calle y, de golpe, salí lanzada por la ventana por el impacto de la explosión". Rosa Lores cayó sobre un toldo y luego encima de un coche, antes de ir a parar a la calle, y eso le salvó la vida.

Sesenta y dos puntos en la cabeza, heridas por todo el cuerpo y una invalidez permanente. Rosa Lores afirma que "con el atentado se truncó en parte una vida llena de proyectos. Durante mucho tiempo tuve que dormir sentada por las secuelas físicas del atentado, y tuve que necesitar ayuda psicológica". Su caso y el de las otras víctimas dice mucho de cómo fueron las cosas en aquella transición: "Nos costó casi veinte años ser reconocidos como víctimas del terrorismo. En un primer momento consideraron mi caso como un accidente de trabajo. Parece increíble, pero fue así ".

El otro rostro de la democracia española

Desde que apareció, en 1973, aprovechando las pequeñas grietas que dejaba una dictadura moribunda, el semanario El Papus había ido consolidando como una voz de humor corrosivo y denuncia contra los excesos del poder. Pero lo que quedaba de las estructuras del régimen no estaba para bromas. Desde el inicio, las amenazas de los llamados grupos "incontrolados" y los cierres por orden gubernativa se fueron sucediendo y los trabajadores y colaboradores aprendieron a convivir con el peligro. Durante un tiempo, Rosa Lores trabajaba teniendo al lado dos policías de la "secreta" ante las amenazas de grupos ultras.

La muerte del dictador no sólo no supuso la neutralización del "bunker", sino que el radicalizó ante el inicio de la transición política. La extrema derecha se organizó para atacar todos los grupos y medios más representativos del antifranquismo. En enero de 1977 se había producido la matanza de abogados laboralistas de Atocha. En Cataluña, tras la Diada del 77, y en víspera de la recuperación de la autonomía, los sectores fascistas estaban especialmente desesperados y al Papus le tocó recibir.

En la judicatura y la policía, pervivían los reductos más nostálgicos del franquismo. Esta es la razón por la que el caso de El Papus no se resolvió judicialmente. Nunca se supo quién había sido el inductor del atentado. Las personas detenidas -miembros de una llamada Juventud Española en Pie- fueron condenadas a penas irrisorias de meses de prisión por pertenencia a banda armada, pero la "falta de pruebas" impidió que se les acabara condenando como culpables de la atentado. Un documental de la televisión catalana explica con detalle los hechos en El Papus, anatomía de un atentado. Dirigido por David Fernández de Castro, hijo de uno de los redactores.

La revista desapareció en 1987, después de publicar 569 números. Por los heridos que sobrevivieron, pero, la vida continuó. Unos meses después del atentado, nació la hija de Rosa Lores que, en el momento del ataque, no sabía que estaba embarazada. La niña vino al mundo sin problemas, casi un milagro, y le pusieron de nombre Eunice, la victoriosa. - naciodigital.cat