Santiago Segura ha estrenado esta semana su última película: 'Sin rodeos', el film nos presenta a Paz (Maribel Verdú), una mujer que vive con un hombre y su hijo adolescente y que está a punto de estallar por los aires: tiene un trabajo en la que es ninguneada constantemente, una hermana obsesionada con su gato, una amiga que no la escucha, un vecino abusón y un exnovio inmaduro atrapado en una relación tóxica. Cuando empieza a somatizar su bloqueo emocional, Paz decide acudir a un curandero hindú que le suministrará un brebaje con un efecto demoledor: no puede evitar expresar lo que piensa, le pese a quien le pese.
La verdad, casi nunca es bueno decirla Existe una violencia de la verdad cruda y desnuda: tomad la firme resolución, una mañana, al despertar, de decir la verdad a todos los que os crucéis, sin excepción, durante las veinticuatro horas, amigos, amantes, queridas, padres, familiares, colegas, anónimos, superiores en jerarquía, comerciantes, vecinos de autobús y demás. Manteneos en esta decisión sin concesiones, sean cuales sean las circunstancias. Os garantizo que os enfadaréis con la mitad de vuestros conocidos, si no con todos. Se habrá tenido la impresión, codeándose con vosotros, de cruzarse con un patán, un tipo grosero, sin tacto, sin elegancia, un individuo de mal carácter, con lengua viperina, sin maneras, que ignora la cortesía elemental y los modales básicos.
Eso sí, estaréis satisfechos de la verdad, nada más. ¿Es decir? Habréis dicho a los imbéciles que lo son, a los inoportunos que os molestan, a los
interesados, los agarrados, los tacaños que os sacan de quicio, a los que han engordado o envejecido que los kilos de más o las arrugas no les sientan
bien, habréis afirmado sin miramiento que estáis hartos de comer con personas que no os interesan, con los cuales las comidas se os hacen largas, os desplazaréis para decir a alguien que no soportáis su belleza, su inteligencia, su éxito, su dinero, confesaréis que los triunfos de los otros a menudo os encogen el corazón, mientras que sus fracasos os alegran la mayoría de las veces, etc.
Os habréis comportado como humanos y no habréis hecho más que decir la verdad, expresar lo que sentíais y se os pasaba directamente por la cabeza, sin privaros de ello... La vida cotidiana entera, cuando no actuamos de forma trasparente, se reduce a una clase de mentira por omisión. ¿Quién aceptaría sin temor saber lo que sus amigos piensan y dicen verdaderamente de él? ¿Quién jugaría a ser invisible para asistir a una comida donde se tratará de él, sin temer la pérdida de uno que pasa por su amigo? Los necios, los ingenuos, los inocentes... - Michel Onfray