SOBRE LA MENTIRA ORGANIZADA


La necesidad de verdad es la más sagrada de todas. Sin embargo, nunca se habla de ella. Cuando se percibe la cantidad y la enormidad de falsedades materiales expuestas sin vergüenza incluso en los libros de los autores más prestigiosos, da miedo leerlos. Pues se lee como se bebería el agua de un pozo dudoso.
Hombres que trabajan ocho horas diarias hacen el gran esfuerzo de leer por la noche para instruirse. Como no pueden ir a las grandes bibliotecas verificar lo que han leído, creen todo lo que figura en los libros. no hay derecho a que se les dé de comer algo falsa. ¿Qué sentido tiene alegar que los autores de buena fe? Ellos no hacen ocho horas de trabajo físico, la sociedad los alimenta para que dispongan de tiempo libre y se tomen la molestia de evitar el error. Un guardagujas culpable de un descarrilamiento que alegara buena fe no sería precisamente bien visto.
Con más razón resulta vergonzoso que se tolere la existencia de periódicos de los que todo el mundo sabe que ningún colaborador podría permanecer en el cargo si a veces no aceptara alterar conscientemente la verdad. El público recela de los diarios, pero esta desconfianza no lo protege.
Como sabe que un diario contiene verdades y mentiras, reparte las noticias entre las dos rúbricas, pero el azar, según sus preferencias. De esta manera sigue expuesto al error. Todo el mundo sabe que cuando el periodismo se confunde con la organización de la mentira constituye un crimen. pero se considera un delito impunible. ¿Qué impide castigar una actividad cuando ha sido reconocida como criminal? De dónde proviene esta extraña idea crímenes no punibles? Se trata de una de las deformaciones más monstruosas del espíritu jurídico.

Simone Weil - La mentira organizada

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